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Foto del escritorJivan Vinod

Mente y Mantra… Cerebro y mente

Por Fernanda Barroso




Y bien, ¿cómo te fue en la autoobservación y gratitud hacia tus procesos mentales que hacen tu vida ordenada, perfecta, plena?

En nuestro texto anterior comenzamos a hablar acerca de la maravilla de nuestra mente y todos los procesos que ésta realiza. Te invito nuevamente a que observes la manifestación de estos procesos en tu día a día: recordar un número telefónico, hacer ejercicio, sentir amor, incluso percibir tu estrés, tomar conciencia de tu salud. Pues, si bien estos procesos son desarrollados por miles de reacciones químicas en tu cuerpo, es nuestro cerebro quien regula, orquesta y dicta cómo y cuándo llevar a cabo cada uno de ellos.

Notarás que hay procesos que son “tangibles” por decirlo así; me refiero a que, si nos detenemos y miramos, percibimos estas acciones del cerebro: respirar, nuestro corazón latiendo, reconocer si tenemos frío o calor, alguna dolencia del cuerpo, el sabor delicioso de una comida. Un poco más intangibles son las manifestaciones que conllevan energía más sutil: el estrés, el enojo, alegría, tristeza, amor. Y más allá, más profundo, está aquella materia mágica del universo a través de la cual se gesta nuestro mundo entero; esa sustancia intangible, difícil de atrapar: los pensamientos. Y aún entre ellos, existen diferencias que al reflexionarlas nos quedan claras: el pensamiento lógico, matemático que nos lleva a una serie de acciones mecánicas, tan simple como sumar la cuenta del súper, calcular nuestro cambio o seguir una receta de cocina. Otra expresión de nuestra mente es el pensamiento creativo a través del cual nos manifestamos. Dejamos ver al mundo quienes somos. Elegir nuestra ropa del día, nuestro peinado, cocinar, escribir, pintar, bailar, preparar una clase…todas estas acciones son manifestaciones de nuestra creatividad. De nosotros en el mundo.

Tenemos otro tipo de pensamientos que nos llevan al pasado, que nos mandan al futuro y que difícilmente nos permiten estar en el momento presente. Y estos pensamientos, como los anteriores, se traducen en emociones en nosotros. En este caso, nos preocupamos o tenemos ansiedad; nos sentimos tristes o estamos totalmente angustiados. Y es normal pues nuestra mente quiere protegernos, quiere prepararnos para una supervivencia y garantizar nuestra presencia aquí en el tiempo y el espacio. Para ello se vale de las experiencias (pasado) previendo lo que pudiera suceder (futuro). Eso que llamamos “aprendizaje” podría ser peligroso si no estamos conscientes. Por eso le cuesta tanto a nuestra mente estar aquí, ahora, porque este presente ya lo tiene. Está atareada buscando garantizar el futuro. Y no nota que ya lo logró. ¡En cierto modo, el presente es una victoria!

De esta reflexión, podemos apreciar que el resultado de nuestros pensamientos se traduce en emociones y acciones, - ¿o reacciones?-, que nos llevan a sentirnos de determinada manera y a pensar mal o bien de nosotros mismos. Emitir juicios. Y el ciclo se perpetúa: pensamiento-emoción-reacción-emoción-pensamiento… Y la matemática se comprueba: el orden de estos factores no altera el producto.

Entonces, ¿cómo nos salimos de este círculo? ¿cómo evitamos el vivir en un estado reactivo, de alerta constante, de estrés?

En la siguiente entrega profundizaremos sobre estas cuestiones.

Por lo pronto, te invito a seguir reflexionando acerca de tu mente y sus procesos; tu mente y tus emociones; tu mente y tus pensamientos; tu mente y tú en tu mundo; en el mundo.

Con conciencia y gratitud, nos leemos en la siguiente.

Namasté


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