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Foto del escritorJivan Vinod

MAYO Y SU LUNA…

POR FERNANDA BARROSO




Se dice que, de las lunas, la de octubre es más hermosa, pero ¿has escuchado acerca de la luna de mayo y de su poder?


Dentro de la perfección del Universo, la matemática, la física…la magia, cuando la luna se encuentra entre el sol y nuestro hermoso planeta, tenemos la fase conocida como luna nueva, mientras que, cuando la tierra está entre el sol y la luna, podemos apreciar desde nuestro hogar en el cosmos, la luz del sol vertida sobre la cara de la luna; por cierto, la única cara que vemos dada la perfección de la matemática y la atracción entre estos dos cuerpos bailando en el universo.


Y en comunión con esta magia, se cuenta que Siddhartha Gautama, el iluminado, nació, se iluminó y dejó el cuerpo en una luna llena de mayo.


De acuerdo con el marco religioso indio en donde se desarrolla el budismo, el término “Buda” refiere a aquél que ha logrado un despertar espiritual. Se ha iluminado. Aquél que conoce el sufrimiento y la felicidad, aquél cuyo conocimiento trasciende, aquél que sabe que su mente está pura y libre de todas las pasiones, aquél que se ha puesto más allá de todo. Ese es un buda.


Conocemos la historia del Buda Gautama, sus sermones, sus enseñanzas, - aquellas que dieron origen a la tradición del budismo-, sus valores y principios que rigen su convicción y su camino continuo por la mejor versión y la excelencia del ser. Se dice que lo tuvo todo y que todo lo dejó para encontrar la Verdad. Y que el momento cumbre, ese instante en el que miró a los ojos de esa Verdad, sucedió en una mágica luna llena de mayo.


Días han pasado desde su presencia en este plano y los días con sus enseñanzas se han convertido en años, y estos en siglos, y a su vez en milenios. Y cada día sus sutras han estado presentes, vivos. Son valores atemporales. Verdades. Y nos inspiran para buscar un camino a la mejor versión del ser, a la perfección de nuestra alma, de esta unidad en la que no hay sufrimiento porque éste es opcional. Se nos invita a escuchar, observar las enseñanzas de nuestro día a día, las enseñanzas de Buda, a reflexionar sobre esto y a aplicar lo aprendido en nuestra vida cotidiana a fin de reencontrar nuestro centro, a fin de reconectar con nuestro ser. Lo perfecto.


Por ello, ahora que recién ha pasado la luna llena de mayo, te escribo estas líneas con la intención de que sirvan de inspiración, de reconexión contigo mismo y de una vida libre de sufrimiento. A nosotros que aún no entendemos bien cómo iluminarnos por nuestros apegos y nuestras persistencias, nosotros que apenas podemos comprender algo que no hemos sentido aún, - la iluminación-, nosotros, los de a pie, podemos cada día meditar en alguna enseñanza de vida podemos ver a la luna llena mágica de mayo como símbolo del amor y la compasión en el corazón. Y proponernos dirigir estas bases hacia nosotros mismos: compasión por mí misma, amor por mi mismo. Y una vez ahí expandamos este amor, esta compasión. Compartir. Recuerda que cada acción cuenta pues moviendo un solo grado en una brújula, al caminar en esa nueva dirección, tu punto final distará mucho de donde hubieras estado sin cambio alguno.


Bueno y para cerrar, ¿qué hay de la tercera luna de Siddhartha Gautama? Bien, pues pasó el tiempo y siendo él ya un Buda supo que el momento de dejar el cuerpo había llegado. Trascender a un plano más alto, Y esta ascensión sucedió bajo la luna llena de mayo, la misma que mayos atrás le había visto encarnar.


Namasté.

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