por Karla Montero
Todos en algún momento nos hemos obsesionado con algo: con un libro, un personaje, una pareja, una meta de trabajo…
La Real Academia de la Lengua Española define obsesión como: “Perturbación anímica producida por una idea fija”. Ya de entrada la palabra perturbación es bastante fuerte; habla de la pérdida de juicio y una dificultad para mantener el orden y la paz.
Cientos de veces mis jefes y líderes, sobre todo en temas de trabajo, me han exhortado a obsesionarme con la idea de lograr ciertas metas, de alcanzar ciertos objetivos, de ganar ciertos premios. Ciertamente en un ámbito laboral la competencia es mucha y mientras más esfuerzo haya por parte de los colaboradores, mejores resultados en general, tendrá la compañía.
Pero ¿sabes? no sé si te ha pasado, pero yo llegué a un punto en el que mientras más me obsesionaba por lograr un objetivo numérico, más trabajo me costaba llegar a él. Otras veces, hago números, defino el objetivo, pongo metas pequeñas, quiero, quiero, quiero… y al final, no llego. Esto genera un profundo sentimiento de tristeza y frustración, haciendo que mi mente me cuente mil historias del porqué “no soy suficiente” para lograr esos resultados y cómo seguramente estoy en el camino equivocado. Si te identificas hasta aquí, por favor sigue leyendo.
Quiero decirte que TÚ ERES SUFICIENTE, que tú vales, que tu trabajo vale y que todo lo que tienes para dar suma y hace una diferencia importante en este mundo. Sólo quiero preguntarte ¿Desde dónde lo estás dando? ¿Cuáles son los motivos que te empujan hacia ese lugar? ¿Qué te dice tu corazón cuando piensas en ello? Porque lo que yo he aprendido es que, en verdad, en verdad, tengo mucho más para dar de lo que yo misma me permito; en verdad es muy valioso todo lo que tengo por compartir y cuando lo hago desde el llamado de mi corazón a crear más, a ser una luz en la oscuridad de otros, a sumar en sus procesos de vida, cuando lo hago desde ahí, todo cambia y todo se alinea y todo se da y todo se crea. Es mágico.
Pero si por distracción olvido esto y me enfrasco en hacer y dar para satisfacer “el deber ser”, los “estándares de la sociedad”, lo que “los demás esperan de mí”, es como si quisiera entrar en el cuerpo de alguien más, -no tengo idea de quién-, a cumplir su tarea. Automáticamente mi corazón se desconecta y sin entender aún cómo, me empiezo a sabotear, nada me sale, citas canceladas, contratos rechazados… Falla todo afuera y empieza a fallar adentro, como si algo interior me gritara: “¿qué estas haciendo? ¿quién te dijo que así debía ser?”.
Seguiremos platicando del tema; por ahora, me gustaría dejarte con esta pregunta: ¿Qué pasa cuando es tu corazón quien guía la carreta? ¿sientes la dicha? ¿Sientes libertad de ser quien eres? ¿Eres más feliz? Y por ende ¿tienes mejores resultados?
En mi experiencia, respondo a todo eso que Sí y cuando eso pasa, mi vida recobra sentido. Si no vine a ser feliz… ¿entonces a qué vine? Si no vine a ser yo… ¿Entonces quién? Si no vine a experimentar dicha y libertad ¿entonces a qué vine? Si no vine a vivir en abundancia total, para mi no tiene sentido estar aquí. O ¿tu qué opinas?
Karla Montero es comunicóloga de profesión, coach financiera y maestra de meditación. Brinda cursos, talleres y coaching personalizado acompañando a las personas a descubrir su potencial financiero y eliminar la escasez de su mente, de su corazón y de su vida con herramientas terrenales y holísticas pues está convencida de ser una Yogui Financiera en la búsqueda permanente del equilibrio y la integración del mundo espiritual con el mundo terrenal. Puedes encontrarla en Instagram, Facebook y TikTok como: @yoguifinanciera o mandarle un mensaje directo por WhatsApp al +52 5579705854
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